La Organización Mundial de la Salud define la droga como toda sustancia que, introducida en un organismo vivo, por cualquier vía, inhalación, ingestión, intramuscular o endovenosa, es capaz de actuar sobre el sistema nervioso central provocando una alteración física y/o psicológica, la experimentación de nuevas sensaciones o la modificación de un estado psíquico; es decir, es capaz de cambiar la percepción, las emociones, el juicio o el comportamiento de la persona y es susceptible de generar en el usuario o consumidor la necesidad de seguir consumiéndola… generando dependencia física o psíquica y produciendo síndrome de abstinencia… y efectos nocivos para el individuo y para la sociedad. Desde este criterio, por tanto, no sólo las drogas ilegales, opiáceos y cocaína pueden ser consideradas drogas, sino también sustancias como el alcohol y el tabaco, sin dejar de lado, por supuesto, las llamadas socioadicciones, o adicciones sin sustancia, como los juegos de apuesta, el uso del móvil o Internet, que pueden ser consideradas como tales.